jueves, 13 de septiembre de 2007

Wellcome to London!!

Ya he vuelto de tierras británicas. He pasado 6 días con mi padre en Londres. Hay gente que se extraña cuando les digo que he ido con mi padre, pero bueno, a mi me parece normal; aunque ya sé que seguramente es más divertido viajar con la novia o los amigos, yo estoy muy a gusto con él.
Mientras el dinero me lo permita, mi intención es hacer un viaje al extranjero al año; este año veía la cosa bastante negra porque nadie se animaba a ir a ningún sitio, pero bueno, al final he marchado a Londres.
A pesar de ir a una ciudad tan cara como Londres, nos ha salido un viaje muy bueno de precio, el vuelo lo reservé con EasyJet por 50 € ida y vuelta desde Bilbao. El hotel lo elegí desde la web de muchoviaje.com, sólo 600 € a pagar entre los dos. Allí nos gastamos otros 600 € entre los dos.
Viernes, día 7
El avión salía a las 11 menos 10 desde Sondika, el moderno aeropuerto de Bilbao, y como recomiendan empezar a facturar con dos horas de antelación, pues allí estábamos desde antes de las 9 de la mañana. Decidimos ir hasta Bilbao en coche y dejarlo en el parking de larga estancia de que dispone el aeropuerto. Únicamente nos cobraron 72 euros por los 7 días en que ha estado allí el coche; así nos hemos evitado andar molestando a nadie para que nos llevara y nos trajera.
Nos sobró mucho tiempo en el aeropuerto, mucha gente llegaba a facturar cuando quedaba una hora para el vuelo y no tuvieron problemas; creo que será la última vez que llegué tan temprano a un aeropuerto. El viernes además empecé a dejar de fumar y así la espera se me hizo doblemente larga.

Era la primera vez que volaba con una compañía de bajo coste y apenas le vi inconvenientes, no sacaron comida y se notaba algo de ahorro de personal, pero bueno, el Airbus A519 en el que volamos no se cayó. Llegamos tras 1 hora y media de vuelo a Stansted, unos de los 5 aeropuertos que tiene Londres. Es al que suelen llegar las compañías de vuelo de bajo coste. De allí cogimos el Stansted Express, un tren que recorre cada cuarto de hora los 60 kilómetros que separan Stansted de la estación de tren de Liverpol Street en Londres. De allí fuimos en metro hasta el barrio de Paddington, donde está nuestro hotel. Al coger el billete de metro fuimos por primera vez conscientes de lo cara que está la vida en Londres. 4 libras que son 6 euros que son 1000 pesetas valía un único viaje de metro! Al día siguiente ya nos sacamos un bono semanal por 24 libras, algo bastante más razonable.

El hotel en el que nos alojamos se llama Norfolk Towers y lo elegí por el precio y por estar situado en un barrio como Paddington, tranquilo pero cercano al centro. ¿Puntos malos del hotel?, pues unos cuantos: camas pequeñas (de 80cm), muchísimo calor en las habitaciones, poca variedad en el desayuno.

Cuando dejamos nuestros enseres en la habitación ya era la hora de comer así que bajamos al barrio a comer, nos metimos en un
fish and chips. En estos locales de comida rápida se sirve uno de los platos tradicionales ingleses: pescado frito rebozado en harina y huevo(normalmente bacalao) acompañado por una guarnición de patatas fritas. Que este plato tremendamente calórico sea uno de los pilares de la alimentación inglesa dice mucho de su temida gastronomía. La verdad es que lo pasamos mal para comer, la comida inglesa es mala y los precios son caros. En Londres hay muchos restaurantes de fuera, sobretodo italianos y orientales, pero mi padre es muy tradicional con la comida así que no resulta fácil meterlo en esos sitios.

Después de comer decidimos visitar lo que más cerca nos pillaba del hotel: Hyde Park y el barrio de South Kesington.
Hyde Park es uno de las grandes zonas verdes del centro de Londres. Sorprende cuando entras porque como es tan grande no ves donde acaba, y a pesar de que estás en una ciudad de 14 millones de habitantes tienes la sensación constante de estar en un lugar remoto de la naturaleza.

¿Centro de Londres?


Al atravesar Hyde Park llegamos a South Kesington, allí teníamos varias visitas obligadas, la primera de ellas en el Museo de Ciencias Naturales. El edificio donde se encuentra este estupendo museo es impresionante, a mi padre particularmente, le gustó muchísimo. Como en la mayoría de museos de Londres, la entrada es gratuita. Es un museo muy interesante, tiene una parte dedicada a dinosaurios, otra dedicada a la zoología en general con muchas maquetas de animales, otra dedicada a la botánica, etc.


Exterior
Interior



T-Rex

Al salir de este museo pasamos por otro de los famosos: el Victoria and Albert Museum, pero nos lo saltamos porque ya era tarde y queríamos ver más cosas de esta zona. Nuestra siguiente parada: Harrods, uno de los grandes almacenes más caros del mundo. El lujo que inunda cada una de las habitaciones es impresionante, como también lo son sus precios desorbitados.


Harrods
Dodi Alfallet y Lady Di


De Harrods fuimos hasta otro jardines contiguos a Hyde Park, los Kesington Gardens donde vimos la increíble estatua del Albert Memorial, el tributo que dedicó la reina Victoria a su difunto marido Alberto.
En estos jardines también vimos el
Palacio de Kesington donde la gente deja a lo largo de su valla exterior mensajes, flores y recuerdos en honor de Diana de Gales, Lady Di



Amor de una reina a un rey
Amor de un pueblo a una princesa

Ya se nos hizo de noche y tras tener algún problemilla para salir de los jardines (en Londres por la noche suelen cerrar los parques) decidimos ir a cenar. Se nos ocurrió ir a un supermercado y comprar pan y embutido y comerlo sentados en la calle. Fue la única vez que comimos semejantes manjares en todo el viaje porque en los restaurantes no conocen ni el pan ni el embutido. Nos fuimos a comernos el bocata hasta el cercano barrio de Nottin Hill, famoso por sus carnavales y con una destacada movida nocturna.

Sábado, Día 8
El sábado decidimos movernos a otros barrios cercanos sin necesidad de coger transporte. Fuimos a ver el museo de cera, uno de los más visitados por los turistas. Lo más sorprendente del museo fue su precio, 25 libras por barba, total 50 libras que dejamos allí.
El museo está bien, hay personajes famosos muy logrados, pero tampoco lo vi mucho mejor que el museo de cera de Barcelona.



Entre el eje del mal
Con los salvadores del mundo

Al salir del museo de cera nos acercamos a ver Regent´s park, otro de las grandes zonas verdes del centro de Londres. Allí vimos la mezquita central de Londres. Después de ver las majestuosas mezquitas de Estambul cualquier otra mezquita se queda en poca cosa.



Regent´s park (I)
Regent´s park (II)

Luego nos acercamos hacia la zona centro de la ciudad. Antes de llegar al Soho, en el centro, paramos a comernos un mc-menú burger en un mc-donals; ya me jode tener que meter a mi padre en estos sitios, pero el caso es que si quieres comer barato no hay muchas más opciones.

Bajamos directos al corazón de la ciudad siguiendo regent street, una gran avenida llena de gente fashion con ropa a la última y con cara de haberles metido un palo por el culo. Esta calle es una de las que acaba en Picadilly Circus, seguramente la plaza más famosa de la ciudad, si es que se le puede llamar plaza, porque yo allí solo vi una confluencia de calles con una estatua de un ángel y unos carteles gigantes publicitarios de neón.


Tráfico y luces de neón

De una plaza emblemática nos dirigimos a otra no menos famosa: Trafalgar Square, con la gran columna del almirante Nelson en un extremo y en el otro la National Gallery, la gran pinacoteca Londinense. Entramos porque la entrada es gratis, que sino de que voy a entrar yo a ver cuadros..., es algo que me aburre muchísimo. ¿Cuadros destacados de la galería?, pues La Virgen con el Niño de Da Vinci, la Venus en el Espejo de Velázquez o Los Girasoles de Van Gogh.




Trafalgar Square
La National Galley


Al salir de la National Gallery fuimos a ver la zona del Covent Garden, allí está el animado mercado central, repleto de gente ociosa y artistas callejeros. De allí fuimos a Chinatown, una de las zonas del Soho, caracterizada por albergar una importante comunidad china.

Esta tarde nos dimos una gran paliza, cuando salimos de Chinatown decidimos ir a Hyde park a descansar nuestros doloridos pies. Nos compramos la merienda y allí nos la comimos sentados en un banco justo en frente del lago serpentine, un lago artificial donde se pueden alquilar barquitas para navegar tranquilamente.


Chinatown

Domingo, día 9
El domingo llevamos a cabo el truco de todos los días: atiborrarnos de comida en el desayuno del hotel para no tener problemas de hambre el resto del día. En el transcurso del desayuno conocimos a una parejita de españoles que nos aconsejaron sacarnos un bono de metro, ya que supone ahorrarse bastante dinero. Nos sacamos uno de 3 días por 16 libras, con hacer tan sólo 4 viajes ya está amortizado.

Hoy la mañana ya sabíamos que la teníamos ocupada completamente para ver el British Museum. Fuimos hasta el barrio de Bloomsbury, vimos Bedford square y Rusell square y ya nos metimos al museo. El museo británico merecería un artículo completo del blog, resumiendo, decir que es el museo más impresionante que he visto en mi vida ¡y encima también es gratuito!. En él hay miles y miles de esculturas, piezas, joyas que han ido recopilando los ingleses a lo largo de su dilatado pasado colonialista. Ante todo lo que se expone destacan sobretodo dos salas:
-Los relieves del Partenón ateniense; traídos hace tiempo por Lord Elgin y adquiridos por el Gobierno británico en 1816; estos todavía son reclamados por Grecia.
-Las antiguedades egipcias, verdaderas joyas antiquísimas como la piedra roseta de Champollion o la colosal estatua de granito de Ramsés II.



Exterior
Interior


Trozos del Partenón
Ramsés II

Cerca del museo británico encontramos el paraíso: un buffet libre tailandés por sólo 5 libras. Mi padre estaba reticente a entrar porque toda aquella comida que no sea española no le resulta fiable, y cuanto más exótica sea, pues peor.
Con la tripa bien llena nos pusimos a andar en dirección hacia la City, pasamos por sitios muy interesantes como la iglesia de St Mary Le Strand, St Clements Dane, los impresionantes tribunales de justicia y el temple bar memorial, que es una estatua de un dragón que indica la entrada a la City, el antiguo centro de Londres; separa la City de Westmisnter.


Temple bar memorial

Royal Courts of Justice

Una de las pocas cosas que tenía planeado ver en el viaje y que no vi fue la iglesia del temple, cuando pasamos esa tarde estaba cerrada.
De allí salimos a la orilla del Támesis y recorrimos el paseo que discurre paralelo en dirección hacia nuestro hotel (conocido como jardines de Victoria Enbankment). Vimos unos cuantos monolitos y estatuas dedicadas a la primera y segunda guerra mundial, la ciudad está llena de ellos. Especialmente me gustaron unos monumentos dedicados a los bombardeos nazis sobre Londres y a batalla aerea entre la RAF y la Luftwaffe. En estos días me he dado cuenta de lo mucho que las guerras mundiales afectaron a los ciudadanos ingleses.


La batalla de Inglaterra (I)
La batalla de Inglaterra (II)
Todavía nos dio tiempo de ir a ver Chelsea, uno de los barrios con nivel de vida más alto de Londres.
Bajamos por la famosa calle de King´s road hasta llegar al Albert bridge, uno de los puentes más destacados de la ciudad. No nos gustó Chelsea, unas cuantas casas de ricachones y poco más.

El Támesis desde el Albert bridge

Lunes, día 10
Hoy tocaba visita a la City. Un distrito con muchas cosas para ver. Primera visita: la Catedral de St Paul. Es obra de Christopher Wren, el arquitecto más prolíficos en la historia de la ciudad, después del gran incendio de 1666 fue el que rediseñó gran parte del nuevo Londres y reconstruyó gran parte de las iglesias de la ciudad, entre ellas esta catedral.
Mi padre no quiso pagar las 9 libras que costaba la entrada y se fue a dar una vuelta, esta visita me tocó hacerla a mi sólo. Partes a destacar de esta catedral son la cripta, donde hay tumbas tan importantes como las de Nelson, Wellington o el propio Wren, y la enorme cúpula de 110 metros de altura, sólo superada en el mundo por la de la catedral de San Pedro del Vaticano.
A la cúpula se sube por unas escaleras interminables, estas te llevan a tres galerías a diferentes alturas. Al ser Londres una ciudad sin desnivel, situada en un lugar totalmente plano, las vistas que tuve desde arriba fueron impresionantes.



Cúpula
Fachada

Luego pasamos por otra iglesia conocida de la City, St Mary Le Bow. Vimos la Mansion House, el edificio donde vive el alcalde. Después entramos a visitar el Museo del Banco de Inglaterra (un poco coñazo). Vimos la Royal Exchange, el edificio donde nació la bolsa de Londres. Mientras nos acercábamos a la Torre de Londres entramos a dos iglesias más: St Stephen Wallbrook (también de Wren) y All Hallows by the Tower (que me pareció muy original con su piedra de color negro).
Antes de entrar a la torre de Londres, como teníamos bastante hambre, decidimos coger el metro sólo para volver a comer en el restaurante Tailandés del domingo.



Cuervos inseparables
La white tower

Entramos a la Torre de Londres después de comer y nos pasamos allí gran parte de la tarde porque tiene bastantes cosas para ver. Ni a mi ni a mi padre nos gustó demasiado, pero es una de las visitas obligadas de la ciudad, así que allí estuvimos. En la visita se entera uno de bastantes historias curiosas que ocurrieron en esta fortaleza-prisión. Una de las más curiosas es la de los cuervos que viven en el patio de la fortaleza, dicen que el día que se marchen de aquí la realeza británica caerá. Se visitan en otras la torre blanca, que es la principal de todas; allí hay una exposición sobre armas y armaduras. En otra torre están las joyas de la corona.

Al lado de la Torre de Londres está el Puente de la Torre; de los numerosos puentes que cruzan el Támesis este es el más bonito, el típico que aparece en cualquier foto. Aquí tenéis la mía:


Puente de la torre

Todavía quedaba mucha tarde así que pasamos por primera vez en todo el viaje a la orilla sur del Támesis, recorrimos la ribera del río hasta llegar al puente de Londres. Mientras andábamos vimos el HMS Belfast, un acorazado británico que combatió en la segunda guerra mundial y que ahora se usa como museo naval. En la estación de metro del puente de Londres cogimos un viaje hasta Canary Wharf.


HMS Belfast

¿Qué es Canary Wharf?, pues ahora mismo es el distrito financiero más moderno, antiguamente era una zona portuaria y de viejos almacenes.
Cuando salimos de la estación de metro de Canary Wharf me quedé impresionado. Cientos de trabajadores trajeados entraban y salían de la estación a todo trapo, parecían un enjambre de hormiguitas alrededor del hormiguero. Por todos los lados nos rodeaban inmensos rascacielos oscuros de hasta 50 pisos. Pantallas de plasma marcaban las cotizaciones de la bolsa. A pesar de haber tanta gente me dio la sensación de estar en un sitio deshumanizado.
Me imagine el
stress que tienen que tener todos estos tipos de trajes oscuros y me alegré mucho por tener el trabajo que tengo.



Rascacielos (I)
Rascacielos (II)


Rascacielos (III)Rascacielos (IV)

Estando aquí nos alcanzó el anochecer, el ocaso sobre el Támesis fue especialmente bonito en un lugar tan extraño.


Anocheciendo

Martes, día 11
Hoy tocaba visita a parte menos conocida de la ciudad, la orilla sur del río, tradicionalmente zona marginal y degradada ahora ha sufrido fuertes reformas y es muy agradable de visitar. Son dos barrios: Southbank y Southwark.
Lo primero que visitamos fue el
Imperial War Museum, el mejor museo sobre guerra que jamás haya visto. Nos tiramos toda la mañana viéndolo y perfectamente podríamos haber estado todas las vacaciones. Dispone de cantidades ingentes de información, que además, al estar en inglés cuesta más asimilarla.
Tiene hasta 4 plantas. En la planta baja hay un montón de maquetas a tamaño real de cañones, tanques, aviones; incluso de un submarino.
En los sótanos están las secciones dedicadas a la primera y segunda guerra mundial, extensísimas. En esta parte me gustó especialmente la recreación de una trinchera durante la primera guerra mundial. En los sótanos también hay una parte dedicada al resto de conflictos del S. XX.
En la primera planta hay más maquetas y varias exposiciones que no nos dió tiempo a ver.
En la segunda planta hay una exposición sobre la guerra de las Malvinas (o
Faklands como las llaman ellos). En esta planta también hay una exposición interesantísima sobre el holocausto judío. Imprescindible verla.
En la tercera emitían proyecciones y vídeos.


Un trozo del muro de Berlín
Alusión a los bombardeos de Madrid en la guerra Civil española

Maquetas
Exterior protegido con cañones


Al salir, fuimos en metro hasta la estación del Puente de Londres. Cerca de allí comimos una vez más en un burguer y después de comer pues a recorrer la orilla sur del río. Fuimos viendo unos cuantos lugares importantes: La Catedral de Southwark, la réplica del Golden Hind de sir Francis Drake, el Shakespearés globe y el Tate Modern. El Tate Modern es la galería de arte contemporáneo de Londres. A mi me gustó más por fuera (está situado en una antigua central eléctrica) que por dentro. Salí del Tate Modern estando seguro de que esto del arte moderno no es para mi.


Tate modern

Luego pasamos al distrito de South bank. Vimos edificios importantes como el Royal Festival Hall y el Royal National Theatre. También estuvimos viendo desde abajo el British Airways London Eye, una noria gigante que avanza muy lentamente (le cuesta media hora dar la vuelta completa) para que los turistas que se suben puedan apreciar tranquilamente las estupendas vistas de la ciudad. Nosotros no nos subimos porque hay que pedir las entradas con una antelación de mínimo un día; es un lugar muy solicitado.


London eye

Todavía nos sobraba tiempo y decidimos ir a un barrio que no aparecía en mi guía pero que una amiga me había recomendando visitar sin falta: Camden town.
Nada más salir del metro se notaba que era una zona diferente al resto de lo que habíamos visto, había más gente alternativa y con pintillas; muchos comercios de ropa y música para gente joven, muchos bares. Creo que ha sido el único sitio de toda la ciudad donde he tenido una ligera sensación de inseguridad.
Aquí llegamos a ver a un grupo de punkis escarbando entre los contenedores de basura. Los únicos que vi en la ciudad donde nació el movimiento punki allá por los finales de los 70's.
Llegamos a ver el mercado de Camden Lock, pero con las horas que eran ya estaba cerrado. Pensé en volver otro día si teníamos tiempo.
Cuando se hizo de noche buscamos un lugar para cenar por la zona, encontramos un restaurante español y mi padre ni se pensó el entrar... se notaba que echaba mucho de menos la comida de casa.


Calles de Camden
Miércoles, día 12
El bono que cogimos de metro ya no nos valía para hoy, así que elegimos el autobús para trasladarnos a la zona de St James, Whitehall y Westminster, los barrios que nos tocaba visitar. 2 libras cuesta un viaje único en bus. Nos subimos a la segunda planta de un autobús de estos típicos rojos que se ven tanto por la ciudad.

Nos bajamos cerca de Picadilly circus para ver primero la zona de St James, que la verdad no tiene nada de especial, es como el resto del centro de Londres. Vimos St James square, la Iglesia de St James y luego fuimos a un extremo de Green Park donde está el Arco de Wellington y unas cuantas esculturas relacionadas con las omnipresente primera y segunda guerra mundial.
Hoy tocaba cambio de guardia (se produce en días alternos) en
Buckinghman Palace (donde vive normalmente la realeza británica) a las 11,30 de la mañana y como eran las 11 pues decidimos darnos un paseíllo por Green Park e ir ver el desfile. Nos sorprendió la cantidad de gente que había esperando fuera del palacio para ver el evento, sobretodo tratándose de un día de entre semana, y para ver algo que se produce la mitad de los días del año.


God save the queen

Tomamos el paseo conocido como The Mall, por donde llega la reina a Buckingham Palace, y atravesamos el Admiralty arch para llegar hasta la zona de Whitehall. Bajamos por Whitehall street parándonos en varios sitios importantes como la Horse Guards Parade donde hay guardias a caballo y donde los turistas suelen echarse la típica foto (sí, yo también lo hice). También paramos a ver la calle Downing street donde vive el primer ministro británico (concretamente en el número 10). La calle estaba completamente cerrada por la policía.

Después se llega a Parliament Square desde donde se ven dos de los edificios más famosos de la ciudad:
Las Casas del Parlamento y la Abadía de Westminster.
Decidimos entrar primero a la abadía, en la guía que llevaba ponía que salvo a unas zonas concretas, la entrada era gratis; pero no, había que pagar otras 9 libras.
Fuimos siguiendo un mapita que te dan cuando entras y así vimos todas las zonas de la abadía. Es el edificio religioso más importante de todo el país, además de ser el panteón de numerosos monarcas británicos, también es la sede de sus coronaciones y de otras ceremonias de estado. Arquitectónicamente también es un edificio muy interesante, sobretodo tratándose de uno de los edificios más antiguos de la ciudad, tiene partes incluso del S. XI. La Abadía de Westminster sobrevivió al gran incendio de 1666 y a los intensos bombardeos nazis de la segunda guerra mundial.


Fachada oeste de la abadía de Westminster

Antes de entrar a ver las Casas del Parlamento fuimos a comer, entramos a un pret a manger, un establecimiento de comida rápida típico de Londres. Ponen bocadillos, sandwiches, postres y lo mejor de todo... fruta. Los plátanos que nos comimos aquel día fueron las únicas piezas de fruta que probamos en todo el viaje. Aunque no se come del todo bien sí se hace rápido y no es caro.

Las Casas del Parlamento son un enorme edificio de estilo neogótico que tiene en uno de sus extremos la torre del Big-ben. Lo que se llama big-ben no es el reloj sino que es la campana que suena dentro.
Al igual que a la Abadía de Westminster en la guía ponía que la entrada a las Houses of Parlament era gratuita, pero nada más lejos de la realidad, también hay que pagar, otros 10 euros más, aunque en este caso merece la pena porque hacen grupos de cada nacionalidad para asignarles un guía que hable en su mismo idioma. Ya nos habíamos dado cuenta de que oíamos a mucha gente hablar en español por la ciudad pero en el momento de entrar al Parlamento fue cuando tuvimos pruebas tangibles: mientras los grupos de italianos, franceses y alemanes apenas tenían 4 o 5 personas, ya se habían formado dos grupos de 10 españoles en cada uno. Hay mucho español en Londres.
El guía que nos tocó me encantó, era el típico inglés refinado pero a la vez muy gracioso. Además se explicaba muy bien, hizo que la visita fuera muy agradable. Cada vez que hablaba, todos escuchábamos muy atentos.



Houses of Parlament (I)
Houses of Parlament (II)
Protestas contra el gobierno laborista a la salida de las casas del parlamento


Volvimos al hotel dando una tranquilo paseo por St Jamés Park y Hyde Park.

Jueves, día 13
Día de regreso, después del desayuno recogimos todas nuestras cosas y le dije en perfecto inglés a la recepcionista que si podíamos dejar las maletas en el hotel hasta después de comer que era cuando salía nuestro avión. Tras repetírselo varias veces por fin me entendió y me dijo que sí.

De lo que traía preparado desde Logroño según había leído en la guía apenas nos quedaban cosas por ver. Decidimos coger un bono de autobús para todo el día por 3 libras y media e ir viendo barrios más alejados.
Primero regresamos a Camden para ver los mercadillos y ya aprovechamos para hacer una ruta que venía en la guía y que subía hasta una colina cercana a Camden llamada
Primrose Hill, pensamos que desde allí habría buenas vistas de la ciudad pero la verdad es que no demasiadas. Pasamos por una casa donde vivió Frederich Engels, coautor junto al gran Karl Marx del Manifiesto Comunista. También vimos los canales que hay alrededor de los mercadillos de Camden, por un momento me pareció haber regresado a Amsterdam.


Canal de agua en Camden

Todavía era pronto y decidimos ir a un barrio alejado: Greenwich, sí, el famoso meridiano recibe el nombre de ahí. Hicimos hasta tres transbordos para intentar llegar hasta Greenwich pero fue inútil, los semáforos y las eternas paradas hicieron que se nos fuera el tiempo. Debíamos estar en la estación de Liverpool Street sobre las 3 y ya eran la 1 y todavía teníamos que coger las maletas en el hotel. A partir de aquí el viaje se convirtió en una carrera contrarreloj, cogimos el autobús que daba media vuelta por donde habíamos venido y tras varios transbordos y carreras varias conseguimos llegar a Liverpol Street a las 3,15, no estuvo mal para lo negra que se estaba poniendo la cosa un rato antes.
Las prisas no acabaron aquí, en el aeropuerto de Stansted había mucho jaleo en las filas de facturación y otra vez tuvimos que ir con prisa y al final con bastantes apuros y el tiempo muy justo, entramos en el airbus A-319. Y una hora y media después, Bilbao, estamos otra vez en casa.